Las crisis que ha sobrellevado Cristina Kirchner en menos de 72 horas de gobierno, deben representar probablemente un record imbatible a nivel internacional. Lo que es seguro es que son una expresión concentrada de lo que será la dinámica de su gobierno.
Acabar con los docentes
El anuncio beligerante contra los docentes en su discurso al Congreso lleva todas las marcas de la familia. Su marido gobernó durante más de una década la provincia de Santa Cruz con una pesada lápida sobre los maestros. Su arma preferida fue el premio al presentismo, que representaba una buena parte del salario y que era desconocido ante la más injustificada de las causas. Esta política concluyó con la rebelión docente santacruceña del corriente año. A pesar de ello, la nueva Presidenta ya lanzó el aviso con la vista puesta en la decisión cantada de los docentes de no iniciar las clases en marzo. Es también un anticipo de que piensa jugar a fondo la carta de-los-niños-perjudicados-por-la huelga para movilizar contra los docentes no solamente a la burocracia de Ctera, sino también a los padres y por sobre todo a la Iglesia, a la cual ya prometió que combatiría cualquier posibilidad de legislación que despenalice el aborto.
El Casino y los docentes de La Plata
La amenaza contra los docentes tiene que ver con los dos conflictos que sacuden el panorama político actual. Cuando la mayoría de los observadores creía que el conflicto del Casino de Puerto Madero entraba en un período de apaciguamiento, a partir de la conciliación obligatoria dictada por Trabajo con los despedidos adentro, el patrón de la timba acuática, Cristóbal López, un kirchnerista del riñón, le ‘arrancó’ a la jueza Servini de Cubría una decisión contraria a la reincorporación de los despedidos, en una manifiesta trasgresión de los procedimientos y las jurisdicciones. Es evidente que el oficialismo operó para evitar que se concretara lo que era, aunque parcialmente, una victoria de la huelga y de los piquetes obreros. La crisis subsiguiente a esta decisión llevó a la jueza a cerrar directamente el Casino. Esto ocurre en la jornada previa a una importante movilización piquetera, al mediodía del jueves 13, y a una concentración del grupo Moreno y otras organizaciones frente a la sede de Repsol en el día del petróleo.
El segundo movimiento convulsivo que tipifica una crisis se dio en la provincia de Buenos Aires, donde Scioli prometió a los docentes que protagonizaban un acampe organizado por el Suteba La Plata derogar los descuentos decretados por Solá para penalizar las huelgas de las seccionales combativas de Suteba. Aquí, nuevamente, una ‘mano negra’ del oficialismo nacional y de la burocracia de Ctera determinó una marcha atrás del flamante gobernador y, como consecuencia de ello, la acentuación de la movilización docente, que ahora se encuentra ocupando la Dirección de Escuelas de La Plata. Como se puede ver, el toque femenino de la nueva mandataria consiste en castigar las vacilaciones y los recules de su tropa, y dejar en claro que no habrá concesiones para los movimientos en lucha. Para evitar las palizas que recibe su amiga Bachelet, la presidenta argentina prefiere seguir los pasos de la Thatcher.
“La vereda de enfrente”
Es en este contexto que hay que colocar las convulsiones de la crisis con Moyano. Es indudable que la amenaza de Moya no de “pasarse a la vereda de enfrente” es la manifestación de contradicciones que entraron en un punto de ebullición. Como es perfectamente conocido, el moyanismo no logró hacer pasar ninguna de sus iniciativas laborales en el Congreso por sucesivas decisiones de la Casa Rosada. El tema laboral ya está provocando incluso choques con la Corte designada por el oficialismo. Los ‘nacionales y populares’ no quieren, desde ningún punto de vista, que se ponga en marcha el 82% móvil para los jubilados. La gota que rebalsó la crisis entre el gobierno y Moyano fue la decisión oficial de congelar también el proyecto que deroga los tickets no remunerativos. Pero el gobierno se ha visto obligado a recular de este propósito, no solamente por las amenazas de Moyano sino porque el conflicto se daba en el marco de un conjunto de luchas sindicales, como las ya nombradas, que iban a arruinar por completo la inauguración del nuevo mandato. En una reunión apresurada, el miércoles 12, Cristina Kirchner instruyó a Tomada para que el Senado vote favorablemente la derogación del régimen de tickets, después de haber prometido un día antes al embajador francés, que las empresas francesas en Argentina estaban seguras (Accor es francesa). La pelea se desplaza ahora a la reglamentación de la futura ley. Para 72 horas de gobierno, el ajetreo ha sido incesante.
Salarios, variable de ajuste
No hay misterios. Con inflación en alza y un compromiso para aumentar tarifas, el gobierno necesita, por su condición de clase, reprimir los reclamos salariales, y en primer lugar las luchas que no son encuadradas (y entregadas) por la burocracia sindical. Pero todavía tiene que demostrar que tiene la capacidad política para desarrollar este plan. Las primeras horas del nuevo gobierno han sido polarizadas por las luchas y crisis sindicales que ya sacudieron el andamiaje de Kirchner marido, pero que el nuevo contexto económico hace más agudas. Y esto vuelve a ocurrir en un escenario en que el gobierno procura que las contradicciones del proceso económico sean solventadas en parte por los propios capitalistas, como lo demuestra el congelamiento del precio a los tamberos o las retenciones a las exportaciones. Solo que el precio fijado a la leche beneficia por sobre todo a la industria láctea, que deriva el fluido a la producción de quesos, de donde obtiene las mayores ganancias, además de producir desabastecimiento de la envasada en sachets. Con las mineras, el gobierno actúa ‘en su medida y armoniosamente’, y pretende gravarlas por un porcentaje irrisorio.
Gendarmes de papel
A la luz de esto resulta una muestra de carencia de profesionalismo, por lo menos, el saludo que le brinda la tapa de Página/12 a Cristina Kirchner, desplegando su anuncio de que “no será gendarme de la rentabilidad empresaria”. Los balances dicen otra cosa. Apenas una semana antes los patrones de la construcción habían brindado a De Vido (un socio de Moyano) una ovación mayor que la ofrecida en la Scala de Milán a Tristán e Isolda, con la orquesta dirigida por Baremboim y una puesta en escena del francés Patrick Chéreau. La “patria contratista” se lleva la mitad del presupuesto, con Skanska excluída.
De todos modos, la frase de marras traduce más ignorancia que mala fe. La flamante jefa de Estado parece desconocer que las ganancias capitalistas y hasta el andamiaje financiero del Estado se encuentran condicionadas por el derrumbe del mercado hipotecario de Estados Unidos, que es, él solo, cinco veces mayor que todo el mercado de deuda externa de la década del ’90. Cristina Kirchner no sopló una idea sobre como afrontar este derrumbe, que ya tiene un alcance general e internacional, a pesar de que la prensa la presenta como una mujer abierta al mundo. No lo debe ser tanto cuando reconoció que había abandonado la pretensión de cambiarlo, para dedicar su vocación renovadora solamente a Argentina. ¿Es posible una cosa sin la otra? ¿La ‘reconstrucción de la burguesía nacional’ en un solo país? Cuanto más lustre busca sacar el oficialismo más deja ver sus limitaciones políticas.
Una iniciativa
Estas manifestaciones tempranísimas de crisis deben ser un motivo para que el movimiento obrero y la juventud combativos adopten iniciativas de conjunto. En primer lugar, desarrollar un gran movimiento popular de apoyo a los trabajadores del Casino y de Suteba La Plata. Más en general, es necesario que adoptemos un plan de lucha para intervenir en la crisis política, para desarrollar una política dentro de los sindicatos y organizaciones populares, y para intervenir en las paritarias que ya comienzan. Estas son las conclusiones a las que arribaron las conferencias sindical y juvenil del Partido Obrero en las últimas dos semanas.
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